Franquicia Master

El reto de exportar el sabor mexicano

No Mames Wey y Churrería Porfirio comparten sus secretos para abrir locales en Centro y Sudamérica, Estados Unidos, Europa y hasta en África. La clave está en encontrar un resquicio de oportunidad que nadie ha visto.

¿Tacos al pastor en Dubái? ¿Churros rellenos de cajeta en Marruecos? ¡Pero por supuesto! La gastronomía mexicana está de moda y muchos emprendedores lo han aprovechado. Pero una cosa es intentarlo, a ver qué sale, y otra muy distinta consolidar la propuesta y expandirse con nuevas aperturas cada mes. Así fue cómo lo lograron Churrería Porfirio y la taquería No Mames Wey.

Churros de barrio mexicano que se disfrutan en Marruecos

El concepto de Churrería Porfirio se creó en 2017. Para 2019, la marca ya tenía 60 ubicaciones y hoy tiene 150 churrerías en nuestro país. Aseguran ser la franquicia de churros más grande en México. La ambientación de los locales cuenta con un toque inspirado en el México de los años 1910-1920. La idea es que los espejos biselados, mosaicos de talavera y los candiles de cobre den al consumidor una pizca de nostalgia nacional mientras comen sus churros con café, chocolate caliente o frappes.

Churrería Porfirio cuenta con sucursales en Guatemala, El Salvador y Ecuador. Hace tres meses abrieron su primera churrería en Marruecos y a principios de 2023 llegarán a Estados Unidos, específicamente a Texas.

“Es un concepto que ha gustado en cada país al que lo hemos llevado. Estamos muy orgullosos de conectar con otros mercados con una marca que transmite mucho contexto mexicano”, dice Vladimir Ramírez, director de Expansión de Franquicia Master, administradora de Churrería Porfirio.

Churrería Porfirio no empezó como un negocio familiar. Desde el principio, se pensó como un modelo de franquicia. La selección de los productos, por ejemplo, fue pensada en contar con alimentos y bebidas que se adaptaran con facilidad a todos los mercados.

“Vimos la oportunidad de expandir un producto que, en realidad, conocen en muchas partes del mundo por su origen español. Lo conocen en Europa. En nuestro continente la aceptación es inmediata. En el caso de Marruecos, pues tiene mucha conexión con España”, señala José Luis Uberetagoyena, director general de Franquicia Master.

Uberetagoyena comparte el gran reto que superaron para lograr que un comensal en África o Sudamérica pueda degustar un churro como lo comería en cualquier barrio mexicano: adaptar el producto para que mantuviera su esencia artesanal, pero hacerlo desde una manera estandarizada.

“Trabajamos mucho en la formulación de los churros para que cualquier persona pueda elaborarlos con ese toque especial, pero sin tener la expertise de un churrero”.

Un churrero que domina su oficio “a ojo” detecta el dorado ideal de sus churros para sacarlos del cazo en el momento indicado. Uberetagoyena menciona que ellos tuvieron que realizar muchas pruebas hasta encontrar el nivel de termostato y el tiempo de fritura perfectos.

Pese a la estandarización de sus fórmulas, Vladimir Ramírez aclara que parte de su éxito es que no se trata de productos congelados o procesados. “Nuestros churros son artesanales, hechos a mano. El chocolate, que representa el 25% de las ventas, procuramos que sea mexicano porque tenemos el mejor chocolate del mundo. La línea es que los productos sean lo más originales posible”.

Las adaptaciones del menú para llegar a mercados lejanos son mínimas. En Marruecos ofrecen café expreso corto porque allá no son tan populares los capuchinos, frapuchinos o el café latte.

“No hemos tenido que tropicalizar nada. A la gente les gusta nuestra churrería mexicana por su sabor, por lo que es”, concluye Uberetagoyena.

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